20 Mar “El deseo de volver fue mi fuerza motriz”
20.03.2023
Para Francisco Briones Castillo la Escuela de Ingeniería Mecánica es su segunda casa. En estas aulas se convirtió en Ingeniero Civil Mecánico y también esta institución le abrió las puertas para desarrollarse como docente en 2017. Por eso cuando se fue a Brasil a realizar su doctorado en la Universidad de Sao Pablo tenía claro que regresaría.
“En Brasil estuve 5 años haciendo el doctorado relacionado con dos aristas, Ciencia de los materiales y Tribología, principalmente cobre y compósitos de cobre y desgastes abrasivos. Fue una buena experiencia, enriquecedora desde todos los puntos de vista. Compartí con compañeros de Italia, Venezuela, Colombia, Perú, Irán y de Brasil, obviamente. De todos aprendí, con respecto a la metodología de trabajo y su cultura. Allá hubo oportunidades de quedarme, hacer posdoctorado, pero siempre mantuve el compromiso de volver a Chile, a la PUCV, a la Escuela. El deseo de volver fue mi fuerza motriz”, explica.
Mientras Brasil registraba cifras récord en contagios y muertes por Covid-19, Briones continuaba con su investigación doctoral, en medio de la situación epidemiológica desfavorable:
“Estuve prácticamente un año sin poder entrar a la universidad y mi trabajo de tesis estaba enfocado en la parte experimental, yo necesitaba el laboratorio. La pandemia tuvo un efecto directo en mí y en la investigación, retrasó todos los procesos, en lugar de retornar a los 4 años, tardé 5. Por suerte, pudimos redirigir la investigación y conseguir los objetivos planteados al inicio del proyecto, en gran medida gracias a mi supervisora, la profesora Izabel Fernanda Machado que me orientó todo el tiempo. En este sentido es importante agradecer a la PUCV especialmente la Escuela y al Director José Luis Valin por la constante ayuda y preocupación”, afirma.
¿Por qué, entre las tantas opciones que tiene un egresado de Ingeniería Civil Mecánica, escogiste la docencia?
“Ya había experimentado lo que era docencia e investigación como alumno ayudante y durante mi formación como ingeniero participé en varios proyectos científicos dentro de la universidad y en trabajos de investigación de la Escuela. También fui ayudante en un proyecto CORFO, a través de ese proyecto conocí la Antártida y todo Chile. Cuando terminé mi formación, tenía la opción de buscar trabajo en la industria o seguir en la academia haciendo un magíster. Me decidí por el magíster, la Escuela también me dio la posibilidad de venir a ejercer como profesor asistente y eso me motivó. Entonces apareció la oportunidad del doctorado y me fui con el compromiso de regresar a la Universidad, a la Escuela”, recuerda.
Briones asegura que formar parte del cuerpo docente de la Escuela, compuesto por profesores jóvenes y otros con décadas de trayectoria, es una fuente de aprendizaje constante.
“Cuando estudiaba me hicieron clases profesores que ya están jubilados, ahora me inserto en un grupo de académicos donde algunos no son muy lejanos a mí en edad y otros llevan ejerciendo la profesión hace 20, 30 y hasta más años. Entonces creo que eso es muy rico, es como un abanico de experiencia y se mantiene viva la historia de la Escuela casi centenaria. Lo veo también como una continuidad”.
¿Cómo fue el regreso a la Escuela?
“Fue algo emocionante, como volver a casa. Fue regresar con todo lo que aprendí en el doctorado para poder aplicarlo aquí, en la institución que me abrió sus puertas. La Escuela en la que yo estudié es muy diferente a la que me encontré al regresar, la imagen es otra. Tiene una infraestructura nueva, la calidad de las salas, el ambiente con los aires acondicionados, la tecnología que hay ahora, está más actualizada y más acogedora. Regresar fue también retribuir la ayuda a la institución, a los profesores y directores, antiguos y actuales que me ayudaron a mantener una unión durante mi estadía en Brasil. Era eso, volver a casa”.
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