Testimonio: Mi experiencia en el Programa de Movilidad Estudiantil “La Ruta del Sol: Arica y Parinacota 2025”
*Redactado por Marcelo Möll
Participar en el Programa de Movilidad Estudiantil “La Ruta del Sol: Arica y Parinacota 2025” fue una experiencia enriquecedora tanto en lo académico como en lo personal. Durante cinco días recorrimos distintos puntos de la región, conociendo el impacto real que tiene la energía solar en el desarrollo sustentable del norte de Chile.
Desde el primer día, las charlas de bienvenida y las presentaciones sobre el nexo agua–energía–alimento, vinculadas al proyecto Ayllu Solar, facilitaron la comprensión del papel que desempeñan la investigación aplicada y la innovación social en comunidades locales. Fue inspirador ver cómo la ciencia y la tecnología se orientan hacia el bienestar de las personas y del territorio.
En ese contexto, es relevante mencionar que el programa está asociado al trabajo del SERC Chile (Solar Energy Research Center), un centro dedicado a la investigación avanzada en energía solar. Fundado en 2013, SERC Chile reúne a varias universidades chilenas e instituciones internacionales con el objetivo de convertirse en un referente mundial en investigación sobre energía solar, con especial énfasis en el desierto de Atacama (sercchile.cl). Esta vinculación le otorga al programa una base sólida de investigación, lo que potencia el valor de las actividades formativas que vivimos.
Durante los días siguientes, visitamos hitos relevantes como el Parque Fotovoltaico Willka en Pampa Dos Cruces, el centro de acopio y procesamiento de fibra de camélidos en Visviri y el packing solar de tomate en Pampa Concordia. Estas instancias nos permitieron ver de cerca cómo la energía solar no solo impulsa la productividad, sino que también fortalece la autonomía de las comunidades rurales.
Además, tuvimos la oportunidad de visitar el Patio de Entrenamiento Solar del Liceo Pablo Neruda, donde estudiantes técnicos se forman en competencias ligadas a la energía solar. Este tipo de visitas refuerzan la idea de que la educación es un motor esencial para el desarrollo regional.
Sin embargo, lo mejor del viaje fue el grupo humano que se formó. A pesar de venir de distintas universidades y carreras —como ingenierías eléctricas, energéticas y otras disciplinas afines—, logramos construir un ambiente de colaboración y compañerismo que hizo que cada jornada fuera aún más significativa. Aunque al llegar no nos conocíamos, la conexión fue inmediata, y compartimos los días como si hubiésemos sido amigos de siempre. Esa cercanía y buena disposición marcaron profundamente la experiencia y la convirtieron en algo inolvidable.
Sin duda, esta movilidad me permitió ampliar mi visión sobre la sostenibilidad y la aplicación práctica de la energía solar en distintos contextos. Fue una instancia de aprendizaje colaborativo y reflexión sobre el rol que tenemos como futuros profesionales en la construcción de un país más sustentable.